Con los dedos destrozados,
una voz desconocida.
Con ideas extraviadas
y el sexo ya en el olvido.
Tengo tantos amigos como fugas invisibles.
Tengo, ahora, toda la suerte del mundo.
Recuerdos tan valiosos como el humo...
y los cigarros del amigo que sueña y se desvanece,
y se deja, poco a poco, desaparecer.
Yo también tuve tu nombre,
y tu sabor, y tus orgasmos.
Yo también fui en un momento tu vida.
Y tú:
Todas las calles,
Madrid en otoño,
coches que esquivan,
afonía,
tacto de líquido helado sobre mi piel.
Fuiste el desengaño, tantas lágrimas...
Una tarde entera sentada a la puerta de tu habitación.
Aquella oscuridad tan asfixiante.
Cocaína atascando tus venas,
fluido espeso es tu sangre,
y nulas tus ganas de hacer cualquier cosa
más allá de amar.
Me quemo,
me deslizo bajo el fuego.
Y te tiendo mi mano
en esta amistad tan ciega y tan a toda costa.
Como los hermanos que ansié recuperar,
como todas las poesías que no llegaron a crearse.
lunes, 19 de diciembre de 2011
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