domingo, 20 de abril de 2014

Melancolía

Al menos,
vuelvo a lo de siempre
con tu recuerdo en la cabeza.

Me decías entre gesto serio
y muecas compungidas,
si no recordaba el color azul de tus ojos.
Si de verdad creíste
que su piel vestía tu cuerpo.

Contengo el orgasmo en tu boca,
y entono los primeros acordes de esta canción,
Cachorro.

Limpié de nuevo de polvo la escalera, 
mis piernas avanzaron aún más alto.
Me reí de tu poca ropa, 
de tu convicción adolescente.

En este gran hueco solitario
que es tu habitación.

Quise llenar de aire tus pulmones, 
etilizar tus venas hasta el desastre.
Quise volar de nuevo
y no necesité convencerte.

Tampoco llegué a saber en qué lugar encontrarte:
en tí no había carreteras, ni atardecer, 
ni roca, ni hielo.

Eres un sexto piso con ventanas a la calle, 
y fuera, solo perros ladrando.

Mucho silencio, escasa compañía.
Entiendes mejor cualquier otro tipo de idioma.
No te empeñes, no te rindas, no hace falta.

Bajo tu aliento agotado y tu espalda empapada, 
comprendo, segura, 
que algún día nos tocará prepararnos.

Y se acabó la magia
 y resultó que no había trucos por descubrir.
Toda la vida esperando que se corriera el telón
y que empezara la función.

No parar de acariciarte, sorber tu melancolía.
"Podría beberme toda tu vida usando tu polla como pajita".

Entra la música

Cuatro monedas son un café y dos tostadas.
El mundo gira imparable.

Ahora te tengo en frente, atrapado en mis pupilas.
Todo lo que deseo es perderme en tu cuerpo,
entre tu aliento agitado.
El universo que creamos con solo besarnos.

Me vuelvo placer, verano, mar, viento, 
mar en calma.

Dejas que lea entre tus líneas de hace años, 
con tu voz de entonces, 
escapando entre las rejas de lo injusto.
La ciudad tras las bombas.

Silencio, desorden.
Coloca ahora las piezas, nene.
No te agobies, tienes tiempo.

Es más grande tu risa que todo cuanto pretendo
abarcar con mis manos.
Cómo retener este momento?
Cómo habitarlo por siempre?

Dicen: la vida es... 
Dicen: triunfa, no fracases. La vida es...
"Persigue tus sueños".

Disfruto caminando entre la banalidad
de frases hechas y poco vividas, 
y mentes adolescentes que abanderan el cambio.

Ahí me ves, gritando como el que más, 
comprobando el rojo de la sangre en mis venas,
su intensidad, su salado sabor.

Queriendo comprender lo incomprensible, 
dejando dormir mi debilidad
entre el pelo de Uma y tus pesadillas incoherentes.

Esta es la única verdad, decían.
Y quizás no se equivocaban.

Cómo decirte, Chico que rompe las olas, 
que fluir contigo me eleva, 
me rompe y me reconstruye, 
Me hace mirar al presente guiñándole un ojo.

Diferente a lo conocido, nos llevamos bien.
Me duermo guardando tus besos bajo la almohada.
Y cuando no hay palabras para el sentimiento, dicen, 
entra la música.

martes, 15 de abril de 2014

Repitiendo el estribillo

Cantando como si nada, 
repitiendo el estribillo aprendido.
Digo: paz, páginas leídas, páginas pasadas.
La primavera volvió tras el invierno.

Digo, midiendo mis palabras: 
ojalá sepan comprenderte. 
Ser feliz aunque no formemos parte
de los planes mutuos ya.

Qué extraño, Chico Agua y Tierra, 
pensé que las cervezas me ayudarían 
a conciliar recuerdos y año nuevo, 
fiestas a destiempo, un silencio que no vino a cuento.

Pensé que sería suficiente, 
al fin y al cabo no dejé de interpretar.

Y te hablo de frente, 
con mis labios rojos y mi sonrisa escudo.
Te hablo, te escucho, espero que preguntes.

No fue fácil entender que estar lejos 
nos podía hacer bien.
Tampoco entiendo cómo pudiste olvidarnos
tan pronto.

Tardes de playa, de cine, 
durmiendo en la comodidad de tu cuerpo.

No fue nada fácil, 
aún creyéndome fuerte,
contando con India y su universo, 
esos que llaman amigos, que no fallan.

Me pides que suelte tu brazo, 
bajo esta lluvia helada,
y no sé si es mi cerebro o mi corazón quien se congela.
Se vacían de contenido las palabras, 
repito el estribillo.

Menos mal que descubrí la magia
en el sonido de las olas,
que me llenan abrazos infantiles que sonríen
sin apenas razones.

Menos mal que aún hay vínculos sin nombre, 
que no pierdo ocasión de aprender, 
y que me abriste la ventana a tiempo.