viernes, 10 de julio de 2015

La aterradora cuenta atrás



Quizás nunca tan confusa,
nunca un verano con tanto sudor.

Llevabas razón, Amigo-Oxígeno: la vida es esto.
Ya no hay camino, esta es nuestra Ítaca.

Tanta música atronadora,
tanta risa a costa de lo ajeno.
Veíamos la meta tan cercana
que no pensamos en las piedras del sendero.

Ahora te sientas,
entre sollozos piensas.
Toca asumir.

Y no me abarcan los brazos para acogerte
y decirte: no te preocupes, eres fuerte,
aún queda mucho mundo por conocer.

Esquinas que guardan secretos al aire,
descubiertos a plena luz del sol.

La ventana desde el sótano,
zapatos que van y vienen,
desconocidos que ignoran la realidad,
la absoluta certeza: aquí y ahora.

Pero el reloj comienza a marcar
su aterradora cuenta atrás.

Nos destrozaron, nos hicieron añicos,
pero nunca faltaron carcajadas y maletas a rebosar.

El metro acelerado en otoño, vacío en verano.
Instinto felino tras la presa a atrapar.

Y no puedo estar más triste ni más contenta.
Desenredo mi pelo en intentos absurdos
de hacer de éste un nuevo día.

Despierto, y en posición horizontal
avanzo en este pasillo empapado de charcos
en los que me empeño por no ahogarme.

Mis piernas frágiles no me sostienen,
mis pies chillan descompuestos.
Ya basta de ignorar también su desgracia.

Tanto tiempo tan lejos de casa...

Cecilia me atrae con su mirada
hasta aquella sala de cine decrépita
donde decidimos en qué marco
encajar nuestra existencia.

Enmudezco ante su grandeza,
mi pecho estalla en latidos.

Menos mal que después de todo
hay quien pone letra a las canciones,
hay quien espera en la estación,
y siempre razones para seguir andando.

El amor es prepararse.
La amistad, el sexo, países extranjeros:
prepararse.

Otro paso hacia adelante,
otro niño que despierta,
despedidas siempre inoportunas.

Desconcierto.
La familia, que protege,
tu inseparable estuche de pastillas.

Estoy dando a luz sin dolor,
tras un embarazo lleno de baches.



sábado, 25 de abril de 2015

Inmortales



Entre tres líneas verdes respiro por fín tranquila.
Te tumbas a mi lado, y esbozando una triste sonrisa
desde ese otro, tu mundo, muestras experta comprensión
hacia quien llora por haber rozado mínimamente tu infierno.

Algo va mal, funciona lento, equivocado,
los cañones no apuntan hacia mi persona.

Y pensaba, recordaba,
la precisión en las armas de Bonnie and Clyde, 
la decisión final que tomaron Thelma y Louise
que las hizo invencibles.

Bajo este sol mudo abrasador.
Leyendas del rock que murieron demasiado pronto
para volverse inmortales.
El contratiempo certero que ellos nunca pudieron disfrutar.

Control de armas, alto!
Control de drogas.
Las manos sobre el capó.

Mírame directamente a los ojos.