miércoles, 25 de septiembre de 2013

Sin palabras



¿Y qué le voy a hacer si mis alas
rozaron ya tu piel?”

Comienzo la frase que tu terminas,
pones música en la escena.

Te dije, aunque no lo sepas,
que guardé cada instante de magia
que me diste a manos llenas.

Te hubiera observado durante horas
liar tus cigarros, recibir al sol con tus gafas,
temblar de placer al terminar,
morderte el labio, sonreír.

Te hubiera dicho
que me enamoré de tu sonrisa,
que todo movimiento en ti es una caricia,
que eres un atardecer sin horas, adrenalina,
placer, electricidad en mis venas,
calma, calma y ganas.

No sé si merezco atraparte,
mis piernas se vuelven felino incansable.
Ya no sé si piso arena o barro,
ni cuantos pasos me alejan
de lo que creí que era mi hogar.

Que ahora la única verdad
es tu cuello cálido en mis manos,
es este imán que me atrae,
es cómo respiras.

Estás en mi garganta, en mis párpados,
cuando de repente soy polvo y viento,
cuando tu boca me deja sin palabras.

Me dicen: Ten cuidado, camina despacio.
No saben que fue mucho el trayecto a solas,
y parece que aún no han crecido para saber
que esto es lo único que merece la pena contar.

Somos piel, sensaciones, somos también lo que callamos,
y todo lo que me entrega tu mirada.

Debo ensanchar los pulmones,
“ensanchar el alma”.
Por impulsos de amor me muevo.
Estás y te respiro.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Mitad calma, mitad revolución

Frotando mis ojos hasta deformar la realidad.
Casi no puedo creerlo.

Llegaste, como las olas cuando rompen,
y fuiste: Mitad calma, mitad revolución.

Con todas tus curvas, tu camino tropezado, 
desnudo, descubierto.
Me agarraste de las manos y dijiste:
Mira, la ventana está aquí.

Y tus dedos trajeron magia.

Aún observo tu cara desenfocada
a dos centímetros de mi boca.
Aún no quiero despegarme de tu abrazo.

El futuro siempre me dio miedo, ya sabes,
y sin saber escoger el momento adecuado,
sé que podría empezar a amarte
como si nunca me hubieran herido.

Que el lugar que habitamos en este colchón
es tuyo y mío.
Habitado y olvidado por completo.

Entre risas repetimos
que esta experiencia será inolvidable.
Lo sé.

Fuimos dos piezas imantadas
en un tablero de madera.

Nunca podría explicarte
cómo me diluyo al escucharte,
cómo admiro tu belleza.

"Hay que aprender a ver la belleza
en las cosas simples", me enseñaron.

Sin alardes de grandeza, sin grandes estridencias.
Decides: Dar forma física a esta noche, 
y que amanezca antes sin apenas enterarnos.

Y nos la suda el paso de cebra, 
nos la suda la hora que sea.

Expulsados del mundo de los gatos, 
probamos suerte bajo el sol, 
hacia el cobijo del Amigo-Araña.

El futuro me asusta, 
por eso no entra en mis planes,
como tantas otras tonterías.

Lo sabes.
Qué importa y qué sobra.
Y me sorprendo de nuevo.

Deseo, deseo, deseo...
Deseo, deseo, deseo...

Fotogramas

Me difumino, me borro, 
me hago abstracta, incomprensible.

Cómo cambian las cosas, 
qué fuerte te sabías.

Recuerdas cuando decías:
Nada importa, estamos sanos, 
vivimos, respiramos.

Ahora recorro tus armarios vacíos,
tu vela se apaga de un soplido.

Cuento con amigos.
Me insisten: Eres preciosa, 
por dentro y por fuera.

Pero hoy no puedo escapar
de estas horas sin hablarte,
de estos celos que nunca he tenido.

Te busco, para sacarte una sonrisa,
temiendo ser de nuevo el payaso triste.

He vestido la que fue nuestra casa
con otros colores.

Ha llegado el Caribe, la primavera, 
las manos fuertes de la Mujer-Eficacia,
más flores, más flores en el balcón.

Y todo nace de ilusiones 
que intentan eclipsar este vacío.

El Chico-MapaEnOtroIdioma viene, 
para acariciar mi piel como queriéndome.

Y no estoy tan sola, al menos...

También tengo miedo, 
y coraje para espantarlos, 
y fuerza para repetirme:
Nadie merece esta tristeza.

Me diste optimismo, 
aquel viaje a la montaña donde nunca supiste estar, 
me diste Lisboa, 
y desde entonces fuimos uno.

Qué barato, mierda, no eres esto.

Dejé de jugar a esconderme, 
descansé, grité, destrocé tu ropa vieja.

Aquí, con el maquillaje corrido, 
mendigando cariño,
alguien con luz que sepa verme.

Algún día, nena, 
habrá un cartel tuyo en la Gran Vía.
Y sé que ese es tu sueño más grande.

Y caminar juntos, 
enjuagar en jabón todo el barro del sendero, 
caminar de la mano.

No sé, no era tan fácil, India,
tu lo sabes.

Agradezco hasta la inmensidad
haberte encontrado de nuevo,
disfrutar tal como somos en el mar, 
que me enseñes hacia dónde guiar mis energías,
y de qué manera he debo ser amada.

Me dices que desde lejos escuchas mi risa, 
que soy tierra y el sol, 
y que a estas alturas no tengo que asustarme
de estar sola.

Sí, tu sabes quien soy.

Encuentras magia en fotogramas, 
vives en fuentes,
a veces aterrizas en desiertos.

Hoy, por ser hoy, 
y porque de esta manera me enfrento
a la verdad sin mentiras, 
te hablo desde mi hogar medio habitado.

Faltan maletas y sobran espacios en blanco.
A veces también silencio.