jueves, 27 de junio de 2013

Mayo 2013

Me gustó tanto el tacto de tus sábanas
como tu boca a medio abrir mientras dormías.
Tu peinado imperfecto, tus manos, tu calma,
el estúpido piercing en tus labios.

Tenía miedo de dejarme llevar y mojarme la ropa,
no encontrar después un lugar 
donde tenderla al sol.

Hubo un momento, comprendes?
Tu reflejo en el espejo 
puso un escalofrío en mis brazos.

Y ahí dudé entre el camino a piedras
o volver nadando.
Dudé entre enredar en tu cabeza mis dedos,
o recoger del suelo los mechones cortados.

Apartar la vista, reir, 
cubrir mis ojos del reflejo cegador, jugar, 
esperar paciente otra primavera.

Hubo un momento.

Pero mayo entero eras tu, 
tus ganas contagiosas, 
tu inquietud imparable.

Lavapiés amaneciendo,
recorrer el Rastro a tientas.

Eras cada tejado desde donde observaba,
la extrañeza de una cama ajena.

Quédate a dormir, decías.
Y si de madrugada te entran ganas,
volvemos a follar.

martes, 4 de junio de 2013

Fluido y roca

La falta de sueño te transforma en fluido y roca a la vez.
Metal derretido en el asfalto.

Y ahora te pienso enfilando carretera alante 
una mañana de sol cualquiera.
Imagino el mar a lo lejos, el calor, tu piel sudando, 
sedientos y colmados de deseo.

Me siento sobre el capó ardiendo
y hago el amor con el verano que compensó 
todos aquellos que dejé pasar.

Me transformas, siendo un todo, 
en agua, pájaros, montañas.
Llagas en mis dedos.
Un orgasmo de intensidad incalculable.

Pude tenerlo entre mis piernas, atrapado por instantes.
Me dejé vencer, comencé a dormir.
Quizás hay que moverse, decían, 
mantén tus pies bajo la tierra.

Pero volaba, 
como volé mirando de cerca los ojos del cachorro.
Y comprobé:
nunca un cuerpo aguantó tanto placer.

Deshice mis uñas trepando,
y en agosto volvieron a crecer.
Decidí sin pretenderlo bailar desnuda,
perfilar bien una bonita sonrisa.

Bajar del coche nada más llegar y correr a toda prisa.
No hay un comienzo y un final en todo cuanto conocemos.
Hay una orilla, aquí.
Aquí arena y aquí mar.