lunes, 16 de mayo de 2016

Necesito un abogado

Asumiendo con precaución, no vaya a hacer saltar los puntos.
Asustada, como la primera vez: tiemblo.

Aún puedes dar un paso más, nadie imagina tus entrañas derramadas, aún puedes fingir y a lo mejor lograrlo.

Descanso entre lunas acolchadas con maullidos y tacto felino. Me reconozco feliz y valiente. Pero vuelvo a las pirámides, en la línea verde de metro. Esta vez llueve, la Navidad se acerca, todos mis amigos viven.

Cuelgo la etiqueta de condena a este dolor insoportable, en una ceremonia amenizada con payasos y artistas de circo. Abro la jaula a los leones, me dejo acariciar por los más cerdos. Acabo borracha, desubicada, a medio dormir entre charcos mugrientos y botellas vacías.

Tampoco vostros imaginábais que pudiera caminar sobre cristales rotos. Tampoco yo hubiera apostado por mi.

En esta ruleta que a veces sonríe y a veces consigue putearte. Manejo con soltura entre los dedos las dos únicas fichas que no confirman mi derrota. Espero paciente a las musas, levanto la mirada, te pido una canción más al oído.

Las flores caducaron, el invierno pintó de rosa las paredes y anunció nuevos presagios. A penas puedo mantenerme en pie, en esta intermitencia de incendio y aguacero, mi garganta atascada de tanta rabia que escondió al nacer, mis hermanos son la brillante imagen del desprecio.

El viento, violento, fulminó de un golpe las promesas vanas. Fuertes raíces sustentan tu ingénua presencia. Cumplir 24 y vaciar la mochila, caminar de tu mano entre baches y curvas, entablando amistad con las olas al romper.

Busco un cuello donde afilar mis uñas, quizá engañarte, ojalá volver.