lunes, 15 de febrero de 2016

Acacias


Se desnudan las acacias
sobre lápidas olvidadas.
Cigarros sin nombre, llanto sin nombre,
muros y paredes.
Polvo en el viento.

Ahora te vas transformando en los recuerdos
que un día se quedaron para crecer conmigo.

En un intento de clavar ardiendo en mi memoria
el griterío de los chicos en la calle,
el sabor del verano,
pedalear sin ninguna meta.

Siesta, café, televisión.
Himnos enmohecidos dentro de un cajón.

Fueron tantas las injusticias,
hubo tanto bosque por quemar...

Así, tristemente, uno a cada lado del camino,
mirando los coches pasar.

No hay manos que tender,
no hay cena preparada en la cocina.

Hay cachorros gimiendo,
hay piel desgarrada,
corazones latiendo por última vez.

Y así nos mantuvimos con vida,
creyendo que eran importantes las palabras,
desoyendo el zumbir de las abjejas.

Nacer, crecer, morir.
Un hondo hueco son hoy nuestras creencias.
Creímos que las ideas no merecían vestirse de ningún color.

Creímos, qué equivocados,
que los payasos con sus payasadas, no merecían nuestra risa.
Otorgásteis gran valor a vuestro desprecio.

Sois grandes, serios perdedores,
en este mundo que quisísteis dominar.
Imbéciles.

Qué equivocado estabas.