martes, 21 de febrero de 2012

Y también atardeceres


Y derrepente cada esfinge encontró su motivo.
Y movió un dedo, dos, tres...

Noté tus manos agarrándome fuerte,
creí tu promesa inmediata de no soltarme.
Me dejé llevar.

Y ser nieve y fluido.
Y ser sudor de los dos confundido.
Recuerdo intenso de mañana.

Otra excusa, otro papel,
otro escenario y tus mil amaneceres.

- Tienes que irte?

Susurras: ve.

Y se despiertan todas las águilas al acecho,
y todos los caballos echan a correr.

Te imaginé...
no quise esquivarte.

Empecé con éxito este juego,
y ahora que agarro por fin la pistola...
... su frío contra mi sién...
Sólo se me ocurre esconder mi miedo
y esperar en silencio el golpe de suerte.

Si hubiera preparado antes una gran mentira,
si no te hubiera mordido hasta desangrarte...

Ahora entierro mis pies en la arena,
queriendo no ser de nadie.
Y tu retrocedes lentamente
sin mirar al suelo.

Bien, Chico-Salvaje, bien.

sábado, 11 de febrero de 2012

Como el polvo


Dime por dónde vuelas, que te alcance.
Dame tres monedas, dónde puedo encontrarte?
En la guitarra, en la voz de Carmen,
de nuevo en los bares de madrugada,
entre estas letras mal trazadas.

A golpes, meterme en tu respiración.
En tu sueño de felino agotado.

En aquel humo del que hablabas,
en los kilómetros del tiempo sin vernos.

Dices: calma. Dices viento, marea, desvarío.
Dices ahora demasiado.

Y te sigo buscando en consejos ajenos,
bellezas incompletas,
y no entiendo.

"Dejadlas morir", decían,
mientras bailábamos.

Lentos eran tus pasos, tus labios, tu tacto.
Suave tu voz.
Y callabas.

Esparzo todo el polvo, esquivo escombros:
traté de reirme del pánico,
de esta sensación de inercia tan urgente,
de las ganas de atraparte
antes de que te pudieras difuminar.

Traerte de nuevo a la habitación fría,
a la amistad de las calles vacías y en silencio.
Que regresaras a tu viaje del que tanto aprendiste.

Este era su camino, nena, contiene tu aliento.
No intentes entenderlo.
No, no intentes entenderlo.

Poco se sorprendió la Amiga-Mariposa,
dificil recuperar lo que nunca llegó a entrar en casa.

Bolsillos deshilachados.
Y tu corazón, que no para.