martes, 21 de febrero de 2012

Y también atardeceres


Y derrepente cada esfinge encontró su motivo.
Y movió un dedo, dos, tres...

Noté tus manos agarrándome fuerte,
creí tu promesa inmediata de no soltarme.
Me dejé llevar.

Y ser nieve y fluido.
Y ser sudor de los dos confundido.
Recuerdo intenso de mañana.

Otra excusa, otro papel,
otro escenario y tus mil amaneceres.

- Tienes que irte?

Susurras: ve.

Y se despiertan todas las águilas al acecho,
y todos los caballos echan a correr.

Te imaginé...
no quise esquivarte.

Empecé con éxito este juego,
y ahora que agarro por fin la pistola...
... su frío contra mi sién...
Sólo se me ocurre esconder mi miedo
y esperar en silencio el golpe de suerte.

Si hubiera preparado antes una gran mentira,
si no te hubiera mordido hasta desangrarte...

Ahora entierro mis pies en la arena,
queriendo no ser de nadie.
Y tu retrocedes lentamente
sin mirar al suelo.

Bien, Chico-Salvaje, bien.

No hay comentarios: