martes, 4 de junio de 2013

Fluido y roca

La falta de sueño te transforma en fluido y roca a la vez.
Metal derretido en el asfalto.

Y ahora te pienso enfilando carretera alante 
una mañana de sol cualquiera.
Imagino el mar a lo lejos, el calor, tu piel sudando, 
sedientos y colmados de deseo.

Me siento sobre el capó ardiendo
y hago el amor con el verano que compensó 
todos aquellos que dejé pasar.

Me transformas, siendo un todo, 
en agua, pájaros, montañas.
Llagas en mis dedos.
Un orgasmo de intensidad incalculable.

Pude tenerlo entre mis piernas, atrapado por instantes.
Me dejé vencer, comencé a dormir.
Quizás hay que moverse, decían, 
mantén tus pies bajo la tierra.

Pero volaba, 
como volé mirando de cerca los ojos del cachorro.
Y comprobé:
nunca un cuerpo aguantó tanto placer.

Deshice mis uñas trepando,
y en agosto volvieron a crecer.
Decidí sin pretenderlo bailar desnuda,
perfilar bien una bonita sonrisa.

Bajar del coche nada más llegar y correr a toda prisa.
No hay un comienzo y un final en todo cuanto conocemos.
Hay una orilla, aquí.
Aquí arena y aquí mar.

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