miércoles, 14 de marzo de 2012

Las ardillas de Médem

Me preguntas quién soy.
Cierro los ojos.

En qué aguas he nadado,
cuál es el humo que respiro,
cuántos labios he besado.

De todos los desiertos
guardé arena en mis bolsillos.

El cesped recién regado,
los columpios en su balanceo,
ropa que ha perdido su color.

Soy el mar de Cambrils cuando llegaba Septiembre,
soy mi bici rosa de verano,
una guitarra de acordes desafinados.

He crecido cuando he notado tu mirada.
Me he dejado cegar por el sol.

Soy el abrazo de María cuando aún no sabía hablar.
Soy también sus palabras pidiendo que no me fuera.

Soy cada desconocido que me atrapa,
unas uñas afiladas.
Promesas que todavía han de cumplirse.

Una Tierra sin dueño,
la maleta a medio hacer,
regalo de confianza sincera a los ingénuos.

Un volcán, fuego, débil.
Me derrito.
Te pregunto:
Eres capaz de entenderme?

Soy tu mejor amiga.
Soy lo peor que tu madre hubiera imaginado para tí.
Una sombra, una silueta, un sonido armónico.
Berridos, ladridos desde la calle.

Me visten opiniones ajenas,
me amoldo a cualquier postura.
Si. No.
Qué quieres escuchar?

Te propongo un juego...

Me reservo la carta más alta.
Te engullo hasta saciarme.

No malgastes ese último bocado.
Asumo que debo explicarme.
Enredo mi pelo,
identifico el sabor de mi cansancio.

Corro para coger sitio a tiempo,
me creo acompañada.

Me hacen gracia tus razones,
pero silencio las carcajadas.

Muéstrate, me dicen, no te escondas.
Hoy intocable, hoy nimia.

Y como Penélope,

cada noche descoso el tapiz que parecía acabado.

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