Mi cara mengua entre mis manos,
mi lengua se abre paso.
La nena tímida.
En mi garganta quema
todo lo que en esta noche no he gastado.
Mi esófago arde en llamas.
Mi boca se vuelve polvo
y mis ojos luz.
Esperando el movimiento, la palabra.
Nadie nunca entendió, sabes?
Y aquí te tengo esta vez, efímera,
como siempre.
Somos: el principio y el fin.
Eres: todo y eres nada.
Cáscaras, barcos, mar sin calma.
Ante todo amor, lo sabes, ahora.
Quería decirte que no estaba segura
de reunir el valor suficiente.
Me devolvías a los quince,
a la taquicardia,
al asombro continuo.
Regreso a tu colchón naranja,
a aquel bajo.
La noche interminable
y la sensación de rozar lo imposible
con los dedos.
Olvidarme del control,
del riesgo en esta ciudad.
Volverme broma, tontería.
Asumir el pacto: nunca, no soy de nadie.
Nunca lo he sido.
sábado, 15 de diciembre de 2012
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