viernes, 10 de diciembre de 2010

Nada que ver

Acostumbrándome a esperar un golpe de suerte, un pincho oportuno en el lugar exacto donde vaya a parar el globo. Hurgar en mi manga y comprobar que el as que no creí colocar ahí sigue en su sitio.

Si al menos el dinero pudiera hablar y ofreciera una buena conversación...
Manejo billetes como papel mojado, pero con estas dos monedas la gasolina no me da. Ni para putas, ni para vicios a los que pretendo engancharme, ni para el último tren en caso de que quiera volver a casa prescindiendo de tu amabilidad.

Siempre la exigencia ha hecho que enfoque con precisión las expectativas ajenas, y que así las mías pasen a ser manos maternales y voz melodiosa. Y a veces incluso correo de hace años.

Que no, que todo se aprende, y de aprender nunca se deja, así que: que se acostumbren.

Ni siquiera un plan perfecto garantiza diversión. Tanta tranquilidad agita mis piernas en espasmos nerviosos. Vuelvo a aquella calle tan oculta, con la guitarra a la espalda y los deberes sin hacer.

También en otros sitios sería denoche. En Madrid también era denoche.

2 comentarios:

jesús hernández dijo...

fue macugavilán quien me trajo a esta calle...me dijo que había palabras para quienes nos gusta desvelarnos y recargarnos en las bardas...me gusta este lugar...saludos!!!!

Mil_Alicias dijo...

Muchas gracias Jesús! Qué buena oportunidad esta para compartir lugares... Un besote!