sábado, 4 de diciembre de 2010

Primavera en Tokio: Invierno en Cuatro Caminos


Cantaba la Amiga-mariposa, y el aire cambió de color.

Noté a distancia la textura de tus labios.

Traté de imaginar que decías la verdad: estoy enamorado de ti.

Qué gracioso, pensaba, qué pequeño y qué atrevido.


Te apoyaste sobre las líneas rectas de mis esquemas

y me hiciste ver que en realidad no son tan firmes,

ni la firmeza en que las suponía era tan importante.


Me despeino al seguir tus pasos, amplios y veloces.

Tan cerca de mí como lo lejos que en realidad te encuentras.

Me río ahora del orgullo de haberme creído fuerte y construida.

Nunca dejé de correr.


Me he abrazado a tu cintura y le he perdido el miedo a las alturas.

Ahora que domino mi vista, me regalas un campo de hierba fresca en verano donde tumbarme a descansar.


Sí, Chico-Pantera, aunque no lo creas un manojo de años son demasiado insuficientes

(trataba de explicarte).


Ahora he comprendido que nunca se es lo que se pretende,

porque nunca se detiene el flujo de imágenes ante tus ojos,

igual que ningún río se ha secado a la puerta de mi casa.


Trataba de decirte, que si me dejara (y quiero),

podrías serlo: todo.


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