
Torcidos como los sueños de La nena.
Como su intención férrea de no cumplir más años,
y quedarse en sus veinte, con la ropa de entonces,
el peinado de entonces y amigos siempre ingenuos.
Qué cansada estoy: es la hora de dar a luz,
y solo estás tú, Chico-Pantera, para aportarme calma.
Te explico serena y un tanto confusa
que no es lo mismo amar antes que después,
y tú tratas de hacerme ver, con tu entusiasmo adolescente,
que lo que sientes es certero.
¿Sabes? Voy a perderme en tu libro de hojas blancas,
y cuando consiga encontrar un rincón a mi gusto,
voy a volver a por ti.
Las páginas descansarán cerradas
y nosotros bailaremos.
Como bailamos en cuanto atraviesas mi puerta,
o cuando te ocultas bajo mis sábanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario