que me olvidé de respirar.
Me hablas de África, de Japón,
dices que no necesitas libros,
que nunca más te dejarás marchitar.
Y yo aprieto entre mis manos tus palabras.
Repito: todo cambia,
y tu insistes: nunca más.
Lejos, aún más lejos.
Tanto, que asumirte significa
intentar nadar en el asfalto,
caminar sobre el agua,
y ante todo pensar: por qué no?
Entre aspavientos e histeria contenida
procuro medir cada dosis que te entrego
de todo cuanto he llenado mis bolsillos.
Contigo el fracaso es también victoria,
y admitirlo el primer paso para no decidir
cerrar la puerta tras de ti y olvidarte.
Y perderte.
Muchos días en muchos años,
crecimos, como todos, Muchos días en muchos años,
(los chicos se hicieron grandes).
Me deshice en excusas,
escribiendo sexo y libertad en la misma bandera.
“Mi mundo interior es tan grande
que caben fundamentalismos y neutralidad por igual”.
Aquí no valían guiones,
arrancarle el pelo al personaje al intentar retenerlo
y que duerma cada noche a tu lado.
Terminé la carrera, sí, me hice actriz.
Ahora pinto paredes con los nombres de quienes no me amaron,
de quienes me regalaron su silencio,
de ilusiones futuras (siempre),
y alguna posibilidad de autodestrucción.
Abriendo la jaula al animal salvaje,
protegiendo su vida.
Deseándome como nadie.
Abriendo bien las piernas, las manos,
averiguando en tu sonrisa de niño malo.Fuego y humo, ya te dije.
Ya te dije, susurras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario