jueves, 5 de agosto de 2021

Demasiado tarde


¿Y cómo escoger el momento adecuado? Apretar los dientes mientras esta noche eterna alarga sus horas. Todos duermen. También Madrid guarda silencio ahí abajo. Aunque buscara no encontraría palabras, como tampoco encontré un ápice de calma al respirar aquella nube de humo denso, sólido polvo, peligro constante.  
Creí que habíamos empezado con buen pie. Al principio me hizo gracia tu soberbia, esa chulería insolente, tu torcida sonrisa de chico de barrio. Criado en la calle, listo, como la vida te ha hecho ser. Hubiera querido arañar esos 16 años, descubrirte desnudo y frágil, indefenso, mucho más allá de tu disfraz. 
Decías: no se te ocurra confiar en mi. Mi juego es palpar tu corazón, apretarlo fuerte entre mis dedos, morderlo y escupírtelo después a la cara. Mi intención no es otra que la que más temes, te lo dejo claro para que no tengas dudas. Y ahora, si has venido a mirar, atrévete a quedarte.
Hay algo contra lo que no puedo mantenerme indemne: cuando la locura me mira de frente. Y cuando aún es pronto, por lógica, para tanto sufrimiento.
Nombré cada esquina de tu cuarto mientras te imaginé dormido. Retrocedí dos pasos más para esquivar la amenaza.
Corre, nena, sal corriendo cuando puedas porque por más que quieras crecer tu tamaño ya no aumenta. No hay personaje que pueda sostener este guion basado en gritos desgarrados, temblor, y mueca incomprensible. 
Yo no sé, yo no tengo armas, yo no quiero pelear.
Saldré perdiendo, como siempre, pero esta vez de nada sirve la admirable maestría al disimular. Serás una vez más la excepción dentro de esta realidad extraña que todos se empeñan por decirte que es normal.
Una llamada a la semana desde la cárcel, cuatro pastillas diferentes después de cenar.
En el mundo no existe un hueco en el que encuentres tu molde. En tu espejo no hay metas, ni objetivo, ni un referente a quien idolatrar. En esta casa que es tu mente tampoco hay siquiera un camino equivocado por el que echar a andar. 
Ojalá pudiera cambiar la previsibilidad de este rumbo que te lleva a golpes hacia el borde del acantilado. Ojalá de algún modo esto dependiera de mi valentía y de mi arrojo.

En esta casa se cerraron todas las puertas. El reloj funciona marcha atrás. Y para ti siempre será demasiado tarde. 


No hay comentarios: