sábado, 28 de agosto de 2021

Guerrero derrotado

Subidos sobre este escalón le dimos cuerda al mundo. Me eché a dormir y se me fue de las manos. Tenía miedo de perderme, de no encontrar un espejo en el pasillo. Temía que mis pies se hundieran en la tierra, verme forzada a despertar el pasado, olvidar el camino comenzado.

Tenías razón, se acabó la época del ensayo y error, se acabaron las clases, se cerraron los libros. Ya pasó el verano. 

Un concepto de tiempo perturbado donde 36 años han cabido en un chasquido de dedos.

Volví a aquella tarde de calles empedradas, cerveza, karaoke y metralletas. Estaba amando Madrid junto a un nuevo amigo. La cosa prometía. Con tu chupa de cuero y tu gorra de beisbol.

Me zarandeo entre relámpagos, hojeo cartas desgarradas de un adolescente enamorado. Sabes de qué hablo? Imposible calcular la anchura de su corazón.

El mundo tal y como lo conocíamos ya no existe. Así que trata de caminar haciendo hueco bajo el brazo. Quedó algo de nosotros en aquellos bares, en cementerios, en trayectos en tren a ninguna parte. Ahí estamos, entre risas, explosión e incertidumbre.

Tu y yo nos hemos visto varias veces. Has sido mi isla de calma en medio de una marea enfurecida. Compañía garantizada bajo granizo y nieve y sin poder tocarnos. O bajo 40 grados, con el ánimo hecho polvo (guerrero derrotado).

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