viernes, 25 de noviembre de 2016

Combustible

Tiro, terca, de este brazo inmóvil, convencido.
Te ruego con la fuerza de un capricho infantil, que rompas el espejo en que me miro. Y la réplica de la réplica de ese espejo.

Ya corriste hasta agotarte, ya dejaste abiertas las ventanas. Colapsé de vanas mentiras tu sexo exhausto. Bebí e tu saliva para nutrirme.

Encías que sangran equilibrando oportunamente todos los secretos compartidos. El calor de tu cuerpo sobre mi espalda. Más caricias, más...

Daba por hecho que entenderías mi griterío, los arañazos caóticos en esta cuatro paredes bien pintadas.

Calmaste mi angustia, me cediste tu alimento.

Death metal que estalla en un desierto remoto, donde no me afectan sus notas discordantes ni los fallidos intentos del artista.

Esta es nuestra condena, amiga.
Hincharnos hasta reventar, no poder aguantar las ganas.
Nuestros ojos, nuestras manos, qué cansados están.

Y sin embargo piden más combustible, fuente inagotable.
Háblame, sedúceme, hazme después vomitar.

Conservo reciente el dolor punzante de unos pies bajo torturas.
Contusiones imposibles y un agujero negro como lecho para descansar.

Arenas movedizas, temías, golpes de dedo acusador.
Y pensar pero no decidir: a ti te arruino la vida, y tu consigues escapar.

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