viernes, 25 de noviembre de 2016

Ni todo el amor del mundo

Vigílame, persígueme, dame por fin caza.
Ciégame, mutílame, búrlate de mi canción.

Y entre tus rejas pediré que me dejéis marchar a gritos.
Lamentos, tristes sollozos.

Hasta la más inocente criatura aprendió alguna vez a ser cruel.
No os vendéis la mirada, abrid las manos. Dejad de poseer.
Ni el viento, ni el mar, ni todo el amor del mundo.

Vuelvo a balancearme entre el oleaje agresivo del azar.
Ahora paso de los treinta pero mi vestimenta no ha cambiado.
La arena arde. La arena ARDE.

He ido a parar frente a tu fosa.
Enloquecido pides auxilio, y yo respondo con brazos de goma
y una garganta derretida, entregando una utilidad
que de vacía da vergüenza.

Escondo mi ira, mi rabia, este impulso de escapar.
Porque un día que no recuerdo debieron también castrarme.
Obligarme, enseñarme bien a obedecer bien.

La arena arde, el suelo es fuego.
Asfixia y arde.

No hay comentarios: