domingo, 2 de febrero de 2020

Como hormigas


Mira bonita, aquí abajo el tiempo sigue corriendo y nosotros, como hormigas, seguimos cavando túneles bajo tierra por donde poder escapar.

Era verano y el sol nos quemaba la piel. Atardecía mientras te tomabas tus días, lentos, para decir adiós.

Imagino tu vuelo, te observo entre las ramas, al empaparme de tierra mojada los puños apretados. Traté de consolarme: compuse un vals, improvisé un bailé, tiré de recuerdos.

Nadie tiene la respuesta, nena, supiste sortear con soltura las piedras inestables al cruzar el río. No hubo secta que te hiciera adepta, no hubo gritos que tambaleran tu convicción. Sabías que más allá de la verja terminaba tu camino, y así lo confirmaste. No hay más, asúmelo, no hay más.

Se apagaron las luces, el asfalto se hizo charcos. Caminabas a ciegas con lluvia en los zapatos.

Y allí mi estampa: inmóvil, asustada, de la mano del maestro, fingiendo ser adulta.

Madrid era enorme pero entre estación y estación fuimos a parar al mismo sitio. Manoteras, Ciudad Lineal, Mirasierra. Fechas remarcadas en el aparente azul del calendario. Me ahogaba a bocanadas entre las olas violentas de un mar llamado "sinsentido", yo, que pretendía mantener intacto mi peinado.

Metí pedal y me largué calle abajo, 20 años atrás. Aterricé en la arena desde el columpio, aún respiro polvareda.

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