domingo, 2 de febrero de 2020

Un río de piedras

Te saltaste las clases poniendo de excusa un dolor de muelas. Y te pillaron, jaja! Pero te entendieron.

He abierto la puerta de la calle a las dos de la mañana. Me has llevado del brazo por esta ciudad que no se deja olvidar. Recordaba tu voz, tu risa, tus ocurrencias. Observábamos la noche apagada desde el más alto de los tejados.
Fiestas desconcertantes en cada lugar al que llegabas.

No sabría decirte... No encuentro la manera de enganchar alguna palabra adecuada.
Quizás es que hoy no sé quién eres. Quizá quiero respetar una decision que debiste tomar hace años y que nunca conocí.

Ciega y muda, vuelvo a cada rincón donde conversé contigo. Al capó de aquel coche en el que mezclamos humo y estrellas. Había, decías, un río de piedras.
Había también una niñata venida arriba. Quizá te espantó mi soberbia, mis malas decisiones, no saber mirar dos veces. Era tan incontrolable...
Aún se clava tu mirada decepcionada cuando comprobaste de qué manera había equivocado el camino.

Corría tan deprisa que no me dí cuenta de haberme dejado la ropa en la línea de salida.

Me creía Lauryn Hill cantándole a Zion.

Y mira de qué sirvieron las consignas. Tanto himno terminó por confundirme la canción. Las manos te escocían agarrando aquella arma. Tenías razón, de nada sirve la violencia.

Nos tomamos a broma nuestra torpeza de adolescentes, descubriendo que el día puede aprovecharse mucho más si te levantan tan temprano.

Se destruyeron los muros que guardaban mensajes destinados a ser perpétuos, y con ellos se fue la época de ensayo, se esparcieron los cimientos, nuestra voz se perdió en el aire asfixiado del verano, de cada fín de semana.

Pasó Selectividad, pasó la Transición, la afonía, la incomprensión.
Pasaron de largo Dalí y su sequito de hormigas.

Empiezan a cerrar los bares y te espera un largo camino sola de vuelta a tu portal.

Me arrepiento de no haber dejado una nota en tu bolsillo.
Me arrepiento de no haber usado tu chaqueta porque nunca tuve frío.
No dí nada, y ahora no hay cosecha que recoger en tu campo, ni un agujero en la verja para colarme dentro.


Pd: Avisa si alguna vez subes al tren, nunca es tarde si hay motivos.

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