domingo, 2 de febrero de 2020

Todos los días fueron raros desde entonces

Y todos los días fueron días raros desde entonces.
Humo en el garaje, papel mojado, ramas secas y nuevos brotes consumiendo el mismo agua.
Respiré las cenizas esparcidas tras estallar la dinamita.
Vaya, tanto tiempo aprendiendo a correr para preferir ahora quedarme a mirar de cerca.
Nadie me advirtió, creí conocer las normas.
Y a lo lejos ví: escenarios, hogueras, olas rompiendo en la orilla. Escuché aullidos de lobo, dormí desnuda bajo un cielo imprevisible.
Y crecí, estiré mis brazos hasta doblar mi altura, utilicé un reloj para contar mis pasos y terminé por olvidarlo.

Tenía 68 motivos, 68 escalones, 68 palabras de ánimo tras terminar exhausta.
Saqué brillo a mi tesoro más preciado, pasaba horas admirando la calidad de sus reflejos.

Qué mala suerte.
Aposté mi sombra al 5 de copas de una baraja trucada, improvisé la ilusión al verme encerrada en una trampa.

Pensaba: que el mal tiempo no perturbe tus recuerdos, átate fuerte los cordones, empieza a caminar.
Amanezca o se haga tarde.


Todo era mentira, nena. Pero te volviste invencible tras mirarlo a la cara... Y este puede ser igualmente el mejor verano de tu vida.

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