miércoles, 25 de junio de 2008

Ahora

Mira cómo ando, siempre insatisfecha, siempre buscando sorpresas brillantes que han sido tiradas por error dentro de cubos de basura. Que nado entre algas negras y me trago la saliva envenenada, y aún así abro los ojos al bucear, y grito más alto cuando escapo de tu cuerpo. Que no sé, que no sé ni sé decir, ni sé pensar qué debo pensar, porque el río se ha secado, que las sábanas acumulan el sudor de una noche tras otra y no las cambio ni las guardo. Ando a golpes por el barro, no me detengo en el placer que India, sin embargo, si encontró al notar cómo se hundían sus pies, al notar la frescura húmeda de la tierra, y vivir sin dejar de soñar, y soñar y protegerse, y no encumbrar sus tristezas, sino su ánimo alegre. Dijo: Si la alegría tuviese un nombre sería este: Ahora.

Me dejas ver Madrid desde lo más alto, volar en tu azotea y creerme mil personas, creerme de nuevo Leyre en "Piedras", y dejo que el viento me despeine, y te hablo con voz clara, y te miro, y me callo. Y noto que algo cambia, que desvío la mirada y me crezco, tan mínima como soy, ante la ciudad que atardece, ante todos los coches, las ventanas más lejanas. Las vidas que empiezan y los cambios que vendrán mañana. Y me siento débil, pero la más grande: Lo tengo todo, míralo!... qué bonito. Y no sé tampoco si me entiendes, si eres capaz de leer entre líneas, si beberías también de Darío y La amiga- mariposa, si no eres una mente bonita pero hiriente de vacío, como lo fue El chico de ojos azules. Me dices nervioso que te sientes bien conmigo. Titubeo y dejo que me desnudes. Y me tocas, y cierro los ojos, y te imagino, y te siento, y me olvido, y vuelvo a volar tumbada en tu cama, breve pero tan mía como mi propia habitación. Me dices que estarías mirándome todo el tiempo, y me reconozco en tus palabras, y sostengo mi imagen en el espejo.

Admiro tu cuerpo como el regalo de esta noche. Pienso como una cobarde, que no todo el mundo ha dormido siempre en casa, y aprendo, y vivo, que piso este nuevo escenario y cuando salgo me llevo los momentos pasados guardados en el bolsillo. Que aún siento tu lengua y te siento entrando, que no sé, no sé decir, y me miras buscando que te diga, y solo encuentro silencio, y no sé si comprendes. Que me sentí nueva llegando a clase, con los ojos lavados y la cabeza fresca, llena de ganas, rebosando vitalidad, y deshaciéndome sorprendentemente de la superficialidad que se amontona en mi espalda, y que tanto pesa a veces. Que no sé decir, pero me encanta dormir contigo, y bailar al mismo son desde el primer compás. Que no quiero que pares, que me estremezco al recordarlo y la inercia me abre las piernas.

No hay comentarios: