Las tardes están llenas de personas deseosas de jugar, mentes vivas atiborradas de ideas aparatosas y respuestas imprevisibles. Tengo: hormigas entre las piernas, una piedra en el bolsillo, hojas sin un espacio en blanco. Consulto el reloj: qué pronto oscurece el cielo. Como si fuera invierno y no tuviera dudas sobre qué hacer mañana. Como cuando era valiente, cuando me brillaban las palmas de las manos y el suelo ardía en llamas.
He vuelto la cara al cruzarme con mi hermano. Engañamos juntos a papá para que no enfadara. Nadie es capaz de comprar mis recuerdos, y los sueños pueden mutar. Tú, con tu papada y tus desmanes de mal genio, sin tener en cuenta los consejos desvividos, tratando tus zapatos como si siempre fuera el día de su estreno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario