miércoles, 25 de junio de 2008

Todo es mentira

No sé que me pasa. El tópico de que todo me sale mal se queda atrás. Me digo que no pasa nada, aparento normalidad, miro de frente el plato de comida y empiezo a comer en un gesto de protocolo interpretado a la perfección. Mi madre orgullosa, su niña come, come muy bien, todo lo que le pongan en el plato... Nunca me ha gustado comer, mi cuerpo no es mi cuerpo porque no he sido yo quien lo he alimentado. Tengo miedo de desenmascarar mi verdad para encontrarme, no sea que ésta sea aún peor que lo que han hecho de mí. Me alivia ser la dueña de mi comida cuando sale, ser la dueña de mi dolor cuando me rajo los brazos, sentir mi obra, mi fruto, para esto sirvo. Me lleno de imágenes, de palabras, de gestos que no soy capaz de traducir porque no encuentro el idioma, no tengo una cara en que reflejar todo lo que aprendo, no me correspondo... no me corresponde mi cuerpo flácido y fofo cuando pretendo subir las escaleras corriendo. Demasiados peldaños, demasiadas escaleras, demasiado alto el listón como para pretender alcanzarlo... No me quiero y no quiero tu sucia comida.

No quiero ser la niña gorda de la clase, fingiendo ser feliz, siempre sonriente y muerta de tristeza por dentro. No me importa vuestra risa, no me importan vuestros insultos, me da igual que me llames gorda cuando aparentas seguridad con tu cuerpo esbelto. Me insulta la obesidad... "he sido anoréxica" me dices, obesa, gordísima, y esperas que me lo crea... cierro la boca y mastico, maldiciendo tu cinismo y tu envidia... Espero más de otro día, relleno los crucigramas de cada persona que viaja conmigo en el vagón de metro, les miro a los ojos y deseo con todas mis fuerzas que averigüen cuál es mi fuente de recursos, que se interesen por saber porqué también hoy he decidido moverme, levantarme, moverme y caminar. Me dices que es una tontería. Pienso en mi boca, en mis piernas, y son tan reales como monstruosas. Me planteo mil salidas antes de coger la cuchara, pero acabo accediendo como la buena hija obediente. Más canciones tristes para mi rincón, más velas que se apagan mientras espero tu llegada, que me digas contenta que has encontrado a alguien… y pudrirme porque sé que ya no te valgo, que no me miras cuando bailo por no asquearte, que no me escuchas por no pasar vergüenza.

Hay días que trato de verme a ese otro lado, intento salir de mi cuerpo y escucharme como si fuera otra persona, trasladarme al mundo de fuera, lleno de música y de silencio agradable... echo de menos tantas cosas. Me he quedado sola con mis vómitos y mis espejos, es lo que más me duele.

Trato de agarrar con fuerza los consejos que salen endebles de mí misma, de mis padres, de los amigos que ya no tengo. Pero no puedo ignorar su debilidad y su falta de voluntad de quedarse a mi lado. Les han convencido con falsas expectativas, sigo siendo quien nunca he sido, lo que han hecho de mí, y no me gusta, y es tarde para empezar de nuevo, no sé. Tampoco quiero amargaros más con mi verborrea de niñata inútil, castigada por no comerse todas las lentejas del plato.

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