miércoles, 25 de junio de 2008

Materia inflamable

Tranquila, me digo. Sigue caminando. Los acontecimientos llegan solos, a veces suave, a veces ni los ves. Mira cómo ha cambiado el tiempo las cosas, cuantas flores en el jardín (alguien las regó por ti mientras tú no estabas). Te acaricio el pelo, me enfrento indefendible ante tus ojos, brillantes y oscuros, y deseo perderme, tomar por perfecta una excusa cualquiera y huir, cambiarme el disfraz. He estado tantos días aquí arriba que no me acostumbro a bajar y tocar el suelo, como todos. Como todos.

No te preocupes, me digo. Date cuenta de hasta qué punto no significamos nada. Quien ahora te mira ha dejado de pensar. En diez minutos su suerte cambia y se convierte solo en recuerdo para los pocos que atendieron a su voz, ahora improbable. Negro, blanco, ahora gris. Ahora pongo todo mi empeño en causas absurdas. Imagino el mundo en mil años y me alegro de que se me conceda el privilegio de gozar continuamente.

Materia inflamable, una llama enorme, un calor irrespirable: eso hay. Un hilo de cometa partido, una fábrica imparable. Productos, futuro, fuego. Fuego, arde y no lo notas.

No hay comentarios: